Salud y bienestar

¿Qué es más sano manteca de cerdo o aceite? Esto dice la OMS

Le explicamos la diferencia entre los tipos de grasa y cuáles son las menos recomendadas por la Organización Mundial de la Salud. Tome nota

Imágenes de referencia // aceite y manteca de cerdo // Getty Images

Imágenes de referencia // aceite y manteca de cerdo // Getty Images

En diferentes partes del mundo, la manteca de cerdo y el aceite son comúnmente utilizados para acompañar decenas de recetas, sin embargo, generan diversas dudas en cuanto a mantener una dieta saludable.

La manteca de cerdo es una grasa semisólida blanca que se obtiene del tejido graso del cerdo, se procesa mediante la cocción y el renderizado de la grasa. Su sabor suele ser intenso, carnoso y tiene el aroma de cerdo.

Comúnmente es utilizada en la cocina mexicana para freír, saltear, hornear y elaborar masas. También se puede usar para untar y como base para salsas.

Por otra parte, el aceite es conocido como un líquido graso de origen vegetal o animal. Se obtiene mediante el prensado o la extracción de semillas, frutos secos u otros materiales vegetales o animales; de eso depende la cantidad de grasa que lo componga.

Se utiliza para freír, saltear, aderezar, hornear y como base para salsas y mayonesas. La elección del tipo de aceite depende del punto de humo requerido y del sabor deseado.

Diferencias entre la manteca de cerdo y los aceites

  • Manteca de cerdo: esta contiene una cantidad relativamente alta de grasas saturadas (alrededor del 50%).
  • Aceites: varían mucho en su composición de grasas. Algunos, como el aceite de oliva y el aceite de canola, son ricos en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, que se consideran beneficiosas para la salud del corazón. Otros, como el aceite de coco y el aceite de palma, son altos en grasas saturadas.

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¿Qué dice la OMS?

Desde la OMS, afirman que, para una dieta sana en adultos se deben evitar ciertas grasas, menos del 30% de la ingesta calórica diaria es procedente de grasas (1, 2, 3). La entidad recomienda limitar el consumo de grasas saturadas a menos del 10% de las calorías diarias totales para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Por lo anterior, “las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables), y grasas trans de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes tales como vacas, ovejas, cabras y camellos)”.

Los especialistas recomiendan que, para reducir la ingesta de grasas, especialmente las grasas saturadas y las grasas trans de producción industrial se puede “reemplazar la mantequilla, la manteca de cerdo y la mantequilla clarificada por aceites ricos en grasas poliinsaturadas, por ejemplo, los de soja, canola (colza), maíz, cártamo y girasol”.

Es importante recordar que la ingesta calórica debe estar equilibrada con el gasto calórico, también se debe limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total (2,7) forma parte de una dieta saludable.

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